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La agricultura o es sostenible o desaparecerá, esa es la idea fuerza de este trabajo. Para ciertas personas la desaparición de la agricultura puede no ser grave. Al final sucederá como en otros sectores y cuestiones. La sociedad evoluciona y cambia, pudiendo arrastrar en esa marcha actividades o formas de desarrollo de esas actividades, así la agricultura. Ciertamente no es cuestión de negar el cambio, sino de analizar si ese cambio va en el sentido adecuado.
La política agrícola actual es productivista, lo que no es bueno. Si bien en un comienzo se produjeron y se percibieron elementos positivos, no fue necesario que transcurriera mucho tiempo para que afloraran los negativos, así la existencia de sectores y territorios excluidos de esa política, la contaminación o la menor calidad de los productos, entre otros. Las personas dedicadas a la agricultura son cada vez menos, los daños al medio ambiente se producen por los monocultivos, la utilización de productos químicos, la pérdida de biodiversidad, unos terrenos se abandonan y otros se contaminan, y así un largo listado de elementos negativos.
Estos hechos produjeron umi. crítica global al sistema, que pronto se estimó insuficiente. No era cuestión de hacer críticas generales, o solamente de eso. Era necesaria también una respuesta en defensa de los agricultores, un proyecto político y sindical diferente para una agricultura sostenible, comprometida con una política de desarrollo compatible con el respeto del medio ambiente.
Se ha considerado con frecuencia que la pérdida de importancia del sector primario, incluida la pérdida de ocupación, era un índice positivo de evolución de la economía y del desarrollo económico de un País. Esta apreciación es errónea. Si la pérdida de ocupación en el sector primario que se ha producido en Europa o en Euskal Herria se produjera en el mundo significaría una catástrofe no sólo económica, sino social y ambiental también. La agricultura no es necesaria únicamente para asegurar la alimentación de la población. Lo es también para la salud de las personas, el mantenimiento de la biodiversidad, para el medio ambiente, para respetar el paisaje, el empleo o la vida de pueblos y poblaciones distintos.
Una agricultura sostenible para ser tal requiere ser social, ambiental y económicamente eficaz. Yes además la única forma de agricultura que puede cumplir esos objetivos. Así se ha entendido en Iparralde, donde de la mano inicialmente del sindicato ELB y después de Euskal Herriko Laborantza Canbara (EHLC) se ha planteado la exigencia de una política agrícola sostenible que garantice la supervivencia de las actividades de la agricultura en esa parte de Euskal Herria. Para ello se requiere además una institucionalización de las fuerzas sociales que persigan ese objetivo, ya que la organización político-administrativa actualmente existente en el Estado francés es una rémora, que limita y disuelve las reivindicaciones de una agricultura sostenible. Por esta razón, a pesar de todas las dificultades, Euskal Herriko Laborantza Canbara se ha constituido como un referente de la acción sindical en este materia, atendiendo a aquellas cuestiones centrales de la agricultura hoy en día, así la política agrícola, el medio ambiente, el clima, la energía, la transmisión de las propiedades, etc. Para ello, y a pesar de las dificultades que las autoridades francesas ponen al desarrollo de sus actividades por Euskal Herriko Laborantza Canbara, la lucha por una agricultura sostenÍble pasa en Iparralde por el logro de una estructura administrativa propia en el sector agrícola, que a su vez forma parte de esa reivindicación de un Departamento propio para Iparralde.
