Transcurrido el impacto emocional y económico del 11 de septiembre, se puede analizar con más claridad las ambivalencias o si se desea las incertidumbres económicas y financieras que acechan la región. Podemos decir, que se recoge un pesimismo generalizado, en parte producto de la situación internacional, que ha golpeado como en anteriores crisis al conjunto de las economías latinoamericanas, demostrando una vez más, que la vulnerabilidad y dependencia económica financiera de la región siguen presentes