Desde finales de los 90 se observan notables cambios en la agenda del sistema internacional de cooperación para el desarrollo. Al cambio de estrategia del Banco Mundial desde 1995, hay que añadir el compromiso del sistema con la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio; un aumento más que notable de los recursos financieros puestos a disposición del sistema; y la transición hacia nuevas prácticas en la ejecución de los programas de ayuda. Todo ello está suponiendo la recuperación del papel del Estado como agente de desarrollo, y de prácticas como la planificación. Así, es pertinente cuestionarnos si a día de hoy el Consenso de Washington forma parte de la historia