Carlos Enrique Silva Ríos
El que sigue no es un texto prescriptivo, aunque a ratos lo parezca; tampoco es terminante, aunque también lo parezca. Es, en todo caso, una reflexión o, para los que no gustan de la terminología que haga referencia al cogito cartesiano, una argumentación sobre un modo de ver las cosas. He preferido llamarlo fenomenología, pero, a decir verdad, pudiera llamarse de cualquier otra manera, como Lupa de Merlín, por ejemplo. Lo importante es que el término o términos escogidos sugieran que lo que está siente y se siente, y que entre eso y nosotros no hay una distancia o un extrañamiento, sino una coimplicación afectiva. Ofrezco entonces tres ejemplos y el tratamiento que doy a esas presencias sensibles ante mí y yo ante ellas. Al final, más que elaborar unas conclusiones que dejen algo en claro sobre todo lo que he dicho, extiendo una invitación a que ensayen un acercamiento similar, a ver si, a diferencia mía, tienen éxito.