La equidad en el reparto de la riqueza de un país se mide en gran parte por la distribución de la renta. La forma en que se reparte entre el capital y el trabajo es determinante para conocer su mayor o menor contribución a la igualdad y la cohesión social, así como el grado de fortaleza del Estado de Bienestar. En España, las rentas del trabajo han retrocedido en favor de las del capital en los últimos años, dándose la circunstancia sorprendente de que lo han hecho en un periodo de especial bonanza económica y creación de empleo. Este es un indicador negativo de los derroteros por los que discurre el modelo económico actual, habiéndose creado muchos empleos precarios y de bajos salarios en sectores económicos poco productivos, pero de altos rendimientos financieros.