Se propone aquí un concepto de estructura social que no se identifica con las posiciones denominadas "estructuralistas" (como las de Lévi-Strauss o Foucault), sino que se refiere a las dimensiones básicas de la sociedad (demográfica, cultural, econórnica, política e histórica, al modo de la "historia estructural" de Braudel), de modo que las relaciones que se dan entre ellas determinan los lugares sociales que corresponden a cada miembro o grupo de la sociedad, permitiendo así la consideración de la totalidad y el rechazo del individualismo metodológico. La estructura es lo más permanente del sistema, y sin embargo está sujeta al cambio, por lo que puede hablarse de su condición transformacional. Las aportaciones de Bourdieu (con su teoría del habitus) y de Giddens (con la teoría de la estructuración) podrían entenderse como "neoestructuralistas", empeñadas en integrar la estructura social y otros elementos del análisis en el mismo objeto de conocimiento.