Carlos Fernández-Arias
El 17 de febrero, el Parlamento de Kosovo declaró unilateralmente la independencia de esta pequeña provincia balcánica. Habrá quien piense que se ha puesto fin a uno de los más sangrientos enfrentamientos de los últimos años del siglo XX. Sin embargo, es muy posible que esta decisión, de dudosa legalidad internacional, impulsada por un escueto pero influyente grupo de países occidentales que han considerado la independencia como la menos mala de las soluciones políticas a la cuestión de Kosovo, no haga mas que abrir la puerta a una nueva serie de problemas en la región europea más castigada por la historia.