El diseño de la organización exige mucho tiempo y trabajo, y cualquier cambio significativo normalmente implica complicadas cuestiones de personalidad y de política corporativa. No es de extrañar que, en lugar de centrarse en asuntos internos de la organización, muchos consejeros delegados opten por el cambio estructural ad hoc, por las grandes adquisiciones o por centrar los esfuerzos en cómo y dónde competir. Pero sería mucho mejor que se centraran en el diseño de la organización.