Jonathan Gershuny
Es fácil olvidar la naturaleza paradójica del desempleo. Por una parte, hay personas con cualificación y aptitudes que tienen al menos el potencial necesario para la producción de bienes y servicios útiles y que no lo aprovechan (y también instalaciones industriales y de servicios sin utilizar). Por otra parte, hay necesidades desatendidas, personas que viven en estado de carencia. Es indudable que hay fuertes razones económicas para este desfase: riesgo de inflación, amenazas contra los equilibrios comerciales nacionales, temor a la derivación de recursos hacia vías improductivas. Como quiera que sea, esto plantea un problema de difícil solución: ¿habrá alguna manera de organizar mejor las cosas?