Róger Martínez Castillo
La dominación interna y externa a que está sometida nuestra realidad requiere de alternativas educacionales comprometidas, que rompan con los lazos de dependencia y gesten una conciencia de necesidades colectivas y nacionales. Por eso, la educación debe estar orientada hacia una praxis política y crítica que promueva la transformación en general.
La educación ambiental analiza las estructuras socio-económicas y políticas, en la medida en que afecten a la sociedad y a los ecosistemas, no se trata de una práctica neutra, sino representa un compromiso o alternativa a la problemática socio-ambiental.
Ante los nuevos paradigmas educativos y la crisis del sistema de desarrollo convencional, la educación ambiental politizada constituye una alternativa dirigida a lograr una acción educativa, transformadora del individuo en sujeto de su propio destino, comprometido con su sociedad, con la conciencia de los problemas actuales y con la búsqueda de soluciones para un desarrollo social y ambiental sustentable.