A principios de los años noventa, muchas pensadoras y artistas feministas vieron en las nuevas tecnologías de la comunicación una especie de territorio virgen plagado de promesas para las mujeres, una euforia tecnofílica que se ha ido diluyendo en gran medida con los años. En este artículo presentamos una lectura menos triunfalista de la revolución digital: como han puesto de manifiesto algunas creadoras feministas contemporáneas, lejos de llevar aparejada esa alianza subversiva entre mujeres y máquinas que auguraban algunas teóricas, la expansión del capitalismo informacional ha supuesto una clara degradación de las condiciones del trabajo femenino a nivel global.