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K. Anders Ericsson, Michael J. Prietula, Edward T. Cokely
La sabiduría popular nos dice que el genio nace, no se hace. Por otra parte, la investigación científica revela que la verdadera experticia es principalmente el producto de años de práctica intensa y de entrenamiento dedicado. La práctica común no es suficiente: para llegar a niveles de desempeño de elite, usted necesita empujarse constantemente más allá de sus habilidades y zonas de comodidad. Esa disciplina es la clave para convertirse en un experto en todos los ámbitos, incluyendo la gestión y el liderazgo.
A esas conclusiones llegaron Ericsson, profesor de psicología en Florida State University; Prietula, profesor en Goizueta Business School; y Cokely, investigador postdoctoral en Max-Planck Institute for Human Development, quienes estudiaron conjuntamente los datos sobre el comportamiento de los expertos, recopilados por más de 100 científicos. Lo que distinguía consistentemente a los cirujanos, jugadores de ajedrez, escritores, atletas, pianistas y a otros expertos de elite fue el hábito de realizar una práctica ¿deliberada¿: un foco sostenido en tareas que antes no podían hacer. Los expertos continuamente analizaron lo que hacían mal, ajustaban sus técnicas y trabajaban arduamente para corregir sus errores.
Incluso atributos como el carisma pueden ser desarrollados usando esta técnica. Al trabajar con una escuela de teatro, los autores crearon un conjunto de ejercicios de actuación para ejecutivos que mejoraron ostensiblemente sus poderes de persuasión y encanto. Mediante la práctica deliberada, los líderes pueden mejorar sus habilidades para convencer a sus empleados, pares, o al consejo de directores.
El viaje al desempeño de elite no es para los impacientes ni para los pusilánimes. Toma al menos una década y requiere la guía de un profesor experto que brinde un feedback honesto y a menudo doloroso. También exige que los aspirantes a expertos desarrollen su ¿entrenador interno¿ y finalmente impulsen su propio progreso.
