Los cambios sociales, políticos y tecnológicos que han tenido lugar en las últimas décadas y los nuevos recursos de comunicación e información que involucran tienen a veces un carácter ambivalente para los procesos democráticos. Ello supone un reto para los partidos políticos que ven alteradas algunas de sus funciones tradicionales, las relaciones de poder dentro de los mismos, los mecanismos de participación y sus relaciones con la sociedad y las instituciones. Los partidos políticos españoles, ante la desafección política y el sentimiento social antipartidista, deben hacer frente a esta evolución y superar unas cifras de afiliación bajas y unos mecanismos de participación deficientes.