La creciente inmigración hacia el mundo desarrollado se suma al renacimiento de los nacionalismos para enfrentar al estado con el denominado reto del pluralismo. Ante el auge de la diversidad, el discurso liberal ya no se satisface con la noción de individuo, y en autores como Will Kymlicka, busca una alianza con el nacionalismo. Así, si la libertad individual tiene sentido en un contexto cultural, los derechos humanos deben ampliarse para proteger ese contexto, mediante derechos de grupo. En este artículo se discute la coherencia de este concepto de libertad contextualista, y se lo confronta con una idea amplia de ciudadanía.