Las investigaciones por las que George Akerlof, Michael Spence y yo mismo hemos sido premiados forman parte de un programa de investigación más amplio, que en la actualidad incluye a un gran número de investigadores de todo el mundo. El objetivo de este artículo es situar dichas investigaciones dentro de ese conjunto más amplio y, a su vez, dicho conjunto dentro de la todavía más amplia perspectiva de la historia del pensamiento económico. En esta conferencia Nobel espero mostrar que la economía de la información representa un cambio fundamental en el paradigma vigente de la ciencia económica. El planteamiento de Adam Smith (1776) de que los mercados libres llevan a resultados eficientes, "como si de una mano invisible se tratase", ha tenido un papel central en muchos debates. De dicho razonamiento se derivaba la idea de que, en general, podríamos, confiar en los mercados sin intervención pública (o, como mucho, con una intervención limitada del gobierno). El conjunto de ideas que presentaré en esta conferencia minaron la teoría de Smith y la visión del papel del gobierno que se apoyaba en ella. Las ideas y los modelos aquí expuestos han resultado útiles, no solamente en el tratamiento de cuestiones filosóficas generales, como el papel apropiado del estado, sino también en el análisis de cuestiones de política concretas (por ejemplo, la gestión de la crisis de Asia Oriental o la transición al mercado de los antiguos países comunistas). En los últimos tiempos, he centrado mi trabajo en algunos aspectos de lo que se podría llamar la economía política de la información: el papel de la información en los procesos políticos y la toma colectiva de decisiones. Hay asimetrías de información entre los que gobiernan y los gobernados y, del mismo modo que los participantes en los mercados se esfuerzan por superar las asimetrías de información, necesitamos encontrar métodos mediante los cuales puedan limitarse dichas asimetrías en los procesos políticos y puedan mitigarse sus consecuencias.