Acceso usuarios
Un viraje hacia la izquierda marcó el ingreso de América Latina al siglo 21. Once victorias presidenciales ¿y un desenlace microscópico donde perdió el candidato izquierdista en México¿ dibujan una línea que atraviesa virtualmente toda la región. El viraje hacia la izquierda ha sido impulsado por la persistente pobreza crónica y la creciente desigualdad. El surgimiento de la izquierda ocurrió a pesar de la estabilidad macroeconómica, de promisorias reformas de mercado que incluyen privatizaciones, liberalización del comercio y ¿en los últimos años al menos¿ un sólido crecimiento económico. Algunas de estas reformas eran necesarias, pero no han sido suficientes. La gente en la región está esperando más de las empresas. Éstas comparten la responsabilidad por la solución de los problemas sociales, piensa la población. Hacer simplemente más de lo mismo no resolverá las carencias. Las empresas, el villano del momento, tienen la oportunidad de cambiar hacia un nuevo paradigma que ofrezca una nueva propuesta de valor a la sociedad, que integre valor social al valor económico, yendo más allá de sus tradicionales contribuciones en empleos, productos, impuestos, filantropía o aportes a la política. La nueva propuesta de valor debe incluir nuevas dimensiones de la estrategia y nuevas formas de relacionamiento con gobiernos y grupos sociales. Una población orientada a los resultados ¿y la latinoamericana está aprendiendo velozmente a serlo¿ podría derivar en que los líderes de negocios y la comunidad empresarial sean vistos como aptos para producirlos. Las empresas tienen una oportunidad de ampliar su rol societario y convertirse en una fuerza significativa del progreso económico y social en América Latina. Como lo dijo un ministro del área social en Argentina: ¿Esto no lo podemos hacer solos, necesitamos de las empresas que son las que saben de calidad y producción¿.
