Aunque en los países del Sur el concepto de seguridad humana está poco arraigado y sigue primando la seguridad de los estados o de los regímenes, este artículo analiza en qué medida las estrategias de cooperación regional, especialmente el Proceso de Barcelona, han promovido directa o indirectamente una nueva concepción de la seguridad basada en la protección del ciudadano. Para ello se analiza qué se ha hecho en el marco del cesto político y de seguridad del Partenariado Euromediterráneo hasta la Cumbre Euromediterránea de Barcelona, y también se subrayan algunas carencias importantes como la inacción en el campo de la reforma del sector de la seguridad. Este análisis se enmarca en una discusión más amplia acerca de si el Mediterráneo es un complejo de seguridad y si puede convertirse en una comunidad de seguridad que haga de la seguridad humana una de las bases de una cultura de seguridad compartida.