Teniendo en cuenta la existencia de diferentes enfoques sobre la seguridad humana (el amplio y el restringido), este artículo analiza el alcance de este nuevo paradigma a partir del estudio de sus aportes y potencialidades, así como también de los riesgos que su aplicación encierra. Entre los aportes positivos cabe destacar que se centra en la persona y no en el Estado, como sujeto de la seguridad; que se vincula al desarrollo humano y los derechos humanos; que subraya la necesidad de las políticas públicas y de la cooperación internacional; y que encierra un carácter progresista. Como límites y riesgos hay que mencionar la imprecisión de su definición y contenidos, y su posible uso como justificación de la militarización de diferentes políticas públicas y de las llamadas "intervenciones humanitarias". Los riesgos se han acrecentado tras el 11-S, al pasar a utilizarse más en su dimensión securitaria y menos en la de desarrollo.