En el presente trabajo intentamos desvelar la falsedad de cierta sensación de inferioridad latente del modelo de empresa que propugna la economía social. Para ello describiremos y analizaremos algunas modas ¿recientes¿ de gestión ¿con orígenes que van desde las postrimerías de la segunda guerra mundial hasta finales del XX- clasificadas en cuatro tendencias. La formación para el trabajo en equipo de la década de los cuarenta, los equipos autodirigidos de los ochenta o el marketing interno de los noventa, podrían ser consideradas como tendencias hacia lo democrático. La participación en beneficios y los diversos mecanismos de incentivación colectiva ¿vía beneficios o acciones- podríamos encuadrarlos como tendencias hacia la participación económica. Los círculos de calidad y la gestión de la calidad total, en la medida que exige la implicación de todos, la situaríamos como modas dentro de la tendencia hacia la excelencia. Por último, modas tales como la dirección por valores o la responsabilidad social corporativa las agruparíamos dentro de una tendencia que enfatiza la relevancia de los valores. Nuestra hipótesis es evidente: existe una convergencia implícita de estas tendencias y modas con el planteamiento empresarial que se deduce del modelo de gestión ¿específico¿ de empresa cooperativa desde su especial énfasis para el logro de objetivos en la participación social y económica. Si se asume ¿aunque sea parcialmente- esta convergencia se tendrían que poner en tela de juicio tanto lo infundado de lo democrático y participativo como ¿desventaja competitiva¿ del modelo alternativo como su originalidad no reconocida.