Las empresas globales como Delphi tienen intereses a escala planetaria. Sus niveles de ventas pueden llegar a superar el PIB de países como Dinamarca. Tienen la capacidad de hacer aparecer pérdidas o beneficios allí dónde más les convenga, utilizando los llamados "precios de transferencia", mecanismo que consiste en facturar entre los diferentes nudos de la red a precios de libro en lugar de a precios de mercado. La corporación busca maximizar los beneficios en su conjunto, y como se ha impuesto un régimen de plena libertad de movimientos para los capitales, los precios de transferencia se utilizan, sobre todo, para favorecer estrategias de deslocalización.