La obsolescencia y el deterioro del entorno ambiental parecen ser causas importantes de la pérdida de competitividad de algunos destinos turísticos maduros en el ámbito insular y Mediterráneo. Este artículo analiza los incentivos que determinan un comportamiento desinversor por parte de los agentes del sector turístico cuando el destino alcanza una fase de madurez. Las externalidades negativas entre productores y la sobreexplotación de los bienes locales compartidos, junto con la infravaloración de los bienes públicos, reduce la rentabilidad privada y social de los recursos en un destino turístico. A medida que se extienden los efectos externos entre productores, se reducen los incentivos a realizar inversiones en la renovación y en el mantenimiento de la calidad del destino. Por tanto, la intervención del sector público debe dirigirse a internalizar los costes externos, modificando para ello el marco institucional que determina los incentivos de los agentes privados. Las políticas dirigidas al mantenimiento y renovación del capital físico y medioambiental de los destinos se presentan en forma de actuaciones estratégicas seleccionadas y valoradas por los expertos del sector.