No reina disensión sobre las continuadas crisis de la Unión, que han sido un rasgo permanente de los medios de comunicación. Curiosamente, el acto de mayor trascendencia en la historia de la Unión (la ampliación de golpe a diez nuevos Estados miembros, casi todos de la Europa Central y Oriental) que tuvo lugar el 1 de mayo de 2004 ya está, por el contrario, olvidado.
Sobre las razones explicativas de la situación en que se encuentra el proyecto europeo, la disensión es la norma. Los políticos, los analistas, los autores y, por supuesto, los Gobiernos no se ponen de acuerdo sobre lo que ha llevado la Unión a su actual encrucijada. Para unos, va por muy delante de los ciudadanos a los que trata poco menos que como el despotismo ilustrado trataba a sus sóbditos. Para otros, no sabe ya qué hacer y es víctima de sus propios éxitos.