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Dos problemas íntimamente ligados son: el de las bases fundamentales para la creación de los mercados agrícolas europeos y el de las condiciones en que esta realización es compatible con el mantenimiento de la explotación agrícola familiar. Por la Comunidad Económica Europea, en orden a la organización de los mercados, se han llevado a cabo estudios sobre diecisiete grupos de productos del campo, iniciándose los trabajos de dicha Organización sobre cereales, frutos, legumbres y productos lácteos. En relación con el trigo, la dificultad para unificar los precios se encuentra en las grandes diferencias en los que tienen los trigos europeos exportados. Respecto de los otros productos, el bloque europeo no es deficitario. Con carácter general, la preocupación de los países superproductores estriba en encontrar nuevos mercados o ampliar los existentes, suprimiendo las medidas restrictivas que a efectos importadores rigen en casi todos los países. Por el contrario, la preocupación de los importadores es no recibir más de lo que el mercado pueda absorber y no exponerse a soportar precios de imposible competencia. En cuanto a la explotación familiar, es evidente que en la mayor parte de Europa hay un gran número que se encuentra en situación deficiente, y los riesgos para ellas se acentuarán si no se arbitra una solución adecuada cuando se organicen los mercados.
