En momentos históricos en que se asiste con impotencia a un excepcional proceso de ocupación, consumo y degradación del litoral español, y muchos ciudadanos se preguntan cómo y por qué se ha llegado a esta situación, se hace necesario evocar el trabajo -persistente, abnegado y generalmente incomprendido- del movimiento social de defensa de las costas. Desde su iniciación hace ahora 30 años este movimiento ha tratado de oponer resistencias y razones ante un proceso implacable de destrucción, principalmente por el avance de la urbanización. Este movimiento ha ido, progresivamente, construyendo una teoría, ideología o doctrina para fundamentar social la necesidad de mantener vivo y libre este espacio singular (que para la sociología convencional pasaba, prácticamente, inadvertido).