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Pablo Telman Sánchez
En el presente artículo se abordan las relaciones de Rusia con una de las dos potencias de la región Asia-Pacífico: China. Se realiza un análisis detallado de los nexos ruso-chinos durante los últimos 17 años, la importancia que éstos revisten para Moscú, así como para un posible cambio en la correlación de fuerzas internacional. Al estudiar las relaciones actuales de Rusia con China, se intenta hacer a un lado los esquemas y encasillamientos en que se les ha colocado, para demostrar que la naturaleza de tales relaciones no ha estado al nivel requerido y que, al respecto, se han desaprovechado innumerables oportunidades.Las relaciones ruso-chinas han sufrido una revitalización importante a partir de la última década del siglo XX, si bien la orientación de las mismas ha estado enfocada, fundamentalmente, en la coordinación de sus políticas en el escenario internacional y en el marco de los organismos internacionales, en detrimento de las cuestiones de colaboración económico-comercial bilateral.Las relaciones entre Rusia y China podrían calificarse como sólidas, pero la conveniencia y los intereses recíprocos los mantendrán unidos sólo temporalmente. La ambivalencia mutua, la prioridad concedida a otros intereses colaterales y aun la cautela y desconfianza hacen de estos nexos un fenómeno coyuntural y por momentos impredecible.Moscú y Pekín continuarán guiados por sus intereses compartidos y prioridades individuales en los próximos años. Esta relación bilateral tiene connotaciones positivas, pues promueve la seguridad y estabilidad en la región, a la vez que fomenta el desarrollo económico.
This work delves into Russias relations with one of the two Asian-Pacific powers: China. The author presents a thorough analysis of Russian-Chinese relations during the last 17 years, with an examination of how relevant are these relations for Moscow, and the likelihood of a shift in the world powers correlation. The assessment of current Russian-Chinese relations is intended to dismiss the labels and pigeonholes they have been classed into in order to establish that their nature has not been as it should and, thus, many opportunities have been wasted.Russian-Chinese relations have been significantly renewed since the 1990s, although they have been mainly focused on the harmonization of their policies toward the world and within the framework of international organizations, at the cost of issues concerning bilateral economic and trade cooperation.Although relationships between Russia and China may be said to be sound, their mutual convenience and shared interests will keep them together only for a short time. Indeed, their common ambivalence, the priority given to collateral interests, and even caution and distrust make these relations a conjunctural and at times unpredictable event.In the years to come Moscow and Peking will still be guided by their shared interests and individual priorities. This bilateral relationship has positive connotations, as it furthers the regions security and stability, while promoting economic development.
