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Canadá, como ?estado rico y débil?, depende enormemente de su relación con Estados Unidos para su bienestar económico y su defensa. Esto limita las posibilidades de que practique una política exterior autónoma, sobre todo cuando las circunstancias, como las del 11 de septiembre de 2001, eliminan la opción de decir ?no?. Martin analiza las tensiones y acomodos en la relación bilateral de seguridad a partir del ataque terrorista en cinco áreas diferentes, y concluye que, si el tema bilateral reta el sentido de identidad canadiense (su compromiso con el multilateralismo, por ejemplo), es más probable que se abran oportunidades para una política exterior independiente, como en el caso de la guerra preventiva de Estados Unidos contra Iraq.
