José Costa Lafarga
Gigante económico pero enano político. Ésta es la acusación, no falta de razón, que muchos medios de comunicación vierten sobre la Unión Europea. ¿Hasta cuándo durará esta realidad? Sin embargo, no es menos cierto que a lo largo del tiempo se han dado pasos sustanciales para que la Unión Europea tenga un peso político en el concierto de las naciones acorde con su potencial económico. En este esfuerzo, uno de los actores que tienen que aumentar su papel y presencia en la esfera internacional son las representaciones diplomáticas de la Unión, hasta el momento identificadas en su casi totalidad con las delegaciones de la Comisión Europea. En este artículo, basado en la experiencia de nueve años de trabajo en dos delegaciones, se presenta un panorama de la evolución registrada en este ámbito, con la idea de enriquecer la escasa literatura existente sobre el tema, casi toda de origen estrictamente académico