El agua, desde la antigüedad, fue reconocida como uno de los elementos vitales para la naturaleza, requisito imprescindible para la vida y para cualquier tipo de desarrollo. Hoy en día, el desarrollo sostenible de la región Mediterránea es el principal objetivo y dentro de él se requiere una gestión del agua sostenible, para asegurar y garantizar un acceso igualitario para todos, bajo el reconocimiento de que el "acceso a una cantidad mínima de agua limpia" es un derecho fundamental para garantizar que la asignación del agua y el control fortalece el bienestar económico y social en la región y para asegurar la asignación de agua medio ambientalmente necesaria. El agua fue siempre considerada "valiosa", pero en nuestros días, este escaso recurso natural está bajo una presión particularmente alta como resultado de una combinación de tres factores: (a) rápidos cambios demográficos, con permanentes o estacionales aumentos de población, particularmente en zonas urbanas y costeras, (b) alto consumo de agua para la agricultura de regadío y (c) contaminación del agua y deterioro de los recursos hídricos debido a diversas intervenciones antropológicas. Los cambios climáticos pueden sumarse también a la vulnerabilidad de los sistemas del agua y a su complejidad reforzando el impacto de las presiones indicadas.