El incremento de la demanda sobre la pesca por una creciente población mundial y las nuevas tecnologías de explotación pesquera, invocan la urgente necesidad de introducir cambios en la normativa que permite el acceso a los recursos de los océanos. El artículo analiza la experiencia neozelandesa que ha dado muestras de haber logrado superar el problema de los bienes comunes que han azotado durante años a las pesquerías.