La filosofía política de María Zambrano se define como una filosofía crítica de la Modernidad. Concretamente, como una reflexión filosófica en torno a la posibilidad que históricamente inclina a los hombres a realizar el viejo sueño de llegar a ser personas. Por esto, para Zambrano la metamorfosis del individuo en persona se acepta como el inquebrantable anhelo humano que al responder a un hondo enrraizamiento histórico que llega hasta san Agustín, perdura en nuestra Modernidad adquiriendo nuevas dimensiones con el liberalismo y la democracia. Para María Zambrano el liberalismo es la filosofía política por excelencia de la Modernidad. Sin embargo, en clara referencia a la experiencia histórica de la lucha de clases del siglo XIX, el liberalismo de principios del siglo XX deja de ser visto como el movimiento oscilante de la historia. Lo que Zambrano reconoce es la profunda y radical crisis del liberalismo. La misma crisis que hasta la fecha lo tiene postrado bajo una situación de indefinición e indeterminación. Su filosofía política es, de esta manera, un interesante intento por redefinirlo y redimensionarlo sin renunciar jamás a la identidad que expresa esta filosofía con la tradición filosófico-cultural que se desprende de toda la compleja problemática cultural española. Se quiere así contribuir -con la ayuda de la razón histórica y desde la razón poética-, a la metamorfosis del individuo en persona. Empresa admirable, más aún si se considera que pensar la historia desde este horizonte de reflexión filosófica, implica el radical compromiso ético-político por evitar refrendar al senti- do de la historia como tragedia humana. Se busca que la historia deje de ser constante rito sacrifical. Cosa que eventualmente es posible en la medida en que se pueda hacer de la democracia un prometedor nuevo horizonte histórico para la realización de los destinos del hombre.