El paso de un régimen de monopolio estatal en las emisiones televisivas a otro de concurrencia liberal ha motivado cambios de gran alcance en las programaciones, que se han sufrido con mayor intensidad en los espacios dedicados a la creación o a la informando cultural, uno de los sectores donde han causado mayor incidencia negativa las variaciones en el concepto de servicio público. La función social atribuida a los programas culturales o a las creaciones de mayor valía formal ha acabado por relegarles, en el mejor de los casos, a horarios de muy baja audiencia en cadenas públicas. El articulo, además de examinar la magnitud de esas transformaciones, quiere subrayar una serie de opciones tendentes a mejorar la presencia de la cultura, en su más amplia expresión, en los medios audiovisuales de masas.