China necesita a sus talentos expatriados para consolidar su pujanza económica, por lo que ha tomado numerosas medidas a fin de animar a los universitarios y científicos chinos instalados en el extranjero a regresar al país. El Gobierno central y otros poderes públicos estimulan la repatriación y dan un trato preferente a los que regresan (viviendas, puestos de investigación y becas), mientras que diversas ciudades, universidades y empresas compiten enconadamente por ellos ofreciéndoles incentivos. El autor comprueba que estos esfuerzos no han sido en vano, aunque sólo una minoría de los repatriados ha renunciado a una carrera brillante en el extranjero.