La Biblioteca Bon Pastor inauguró sus servicios en noviembre de 2004. Pocos días después, la asistencia de jóvenes en riesgo de exclusión social alteró el normal funcionamiento del centro tanto por el uso incorrecto que hacían de las instalaciones y servicios como por la percepción que los otros usuarios tenían de la Biblioteca. Este artículo describe la intervención llevada a cabo por el equipo de la Biblioteca durante ocho meses con la participación de un educador social integrado en el equipo como un profesional más. La experiencia se plantea como un elemento a tener en cuenta en el debate técnico sobre los roles profesionales.