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Andreu Claret
El autor destaca la importancia de restablecer la confianza en el Proceso de Barcelona en las circunstancias actuales. Es cierto que la incertidumbre y los peores augurios dominan la opinión pública en el terreno de la asociación euromediterránea, como en muchos otros dedicados a esta región, pero no todo es negativo. Existen unas sociedades en movimiento en el sur y el este del Mediterráneo que están sustituyendo su anterior silencio por una voluntad de participación en los procesos políticos. Además, pese a la lentitud del proceso, existen condiciones para una acción política que se ha ido asentando en los últimos dos años; por ejemplo, a través de la adopción de la estrategia de Feira el pasado año.
El mundo mediterráneo ha sufrido un crecimiento de la frustración, con el añadido de la violencia en ciertas regiones, debido a motivos económicos y políticos, para los que, por otra parte, no ha habido una respuesta europea. A Europa, dice el autor, le ha faltado voluntad política en los dos últimos años, inicio de la cuenta atrás para la ampliación, lo que ha convivido con el mantenimiento del discurso sobre la necesidad de la atención al Mediterráneo. Por tanto, la coyuntura actual constituye un reto para la futura presidencia española de la Unión Europea, en la que debería aclararse un cierto número de dudas, como los deberes de Europa, el papel de España, la voluntad real de activar el proceso y la determinación del lugar de la dimensión mediterránea.
