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Sin duda, la transición democrática en los países islámicos configura uno de los puntos de debate teórico más interesantes de los últimos tiempos. Para el autor de este artículo, existe, sin embargo, un determinismo cultural sobre el que giran gran parte de los argumentos que tienden a negar al mundo islámico la compatibilidad con los valores liberales y democráticos de la sociedad civil. De la mano de una crítica a la argumentación calificada de culturalista y determinista de Gellner, Zghal pretende demostrar que el islam no es el único en presentar resistencia al proceso de secularización de las relaciones sociales: todas las religiones tienen tendencia a producir su propio puritanismo político-religioso. Incluso ante la singularidad de sociedades como las marxistas, en el imaginario occidental y en el de Gellner, el islam ha constituido desde siempre el contramodelo más coherente de los valores de la sociedad civil. Ante la afirmación de una sociedad musulmana con un Estado débil y una cultura fuerte, el autor compara este modelo, considerado tópico, con datos empíricos relativos a la progresiva secularización de las principales instituciones musulmanas en el caso concreto de Túnez, que, según Zghal, es precisamente el ejemplo contrario: cultura débil y Estado fuerte. Concluye Zghal con una alusión a la necesaria revisión de la especificidad cultural, vista no sólo como herencia del pasado, sino también como lo que nosotros mismos decidimos que hemos sido
