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El inventario de fenómenos nuevos que empiezan a sufrir las sociedades islámicas tradicionales compone una larga lista, tanto por lo que respecta al individuo, como en lo concerniente a las relaciones sociales que éste protagoniza: aceleración de los ritmos vitales, urbanización, crecimiento del mundo obrero, lucha de clases, guerras imperialistas, competencia internacional, impacto del discurso etnocéntrico... Podría decirse que la suma de todos estos nuevos problemas equivale al impacto complicado y conflictivo del mundo contemporáneo sobre la sociedad islámica magrebí tradicional, es decir, la realidad de un entorno social hostil, antagónico y, por encima de todo, ininteligible para las personas y los colectivos, pero en el que en adelante será imprescindible moverse, sin remedio. Además, la suma aritmética de problemas se ha hecho efectiva a un ritmo muy acelerado, distinto del que caracterizó la apropiación de la modernidad y la evolución hacia el mundo contemporáneo en Europa. Además esta nueva complejidad recala en el norte de África como modelo importado y agresivo. El pensamiento árabe ha entrado en contacto con la modernidad precisamente bajo la forma de la violencia colonial y, hasta la década de los treinta, sin instrumentos intelectuales de respuesta adecuados. Generalizando podemos decir que las sociedades islámicas han tenido muy poco tiempo, o mucho menos tiempo que las sociedades occidentales, para responder ante la problemática que genera la transformación hacia el mundo contemporáneo. El proceso de las revoluciones contemporáneas no resulta nada fácil de reproducir o imitar en una sociedad islámica. ¿Por qué? ¿Qué hay en esta sociedad que haga inviable la mimesis de un proceso similar para acceder a la modernidad económica e intelectual? ¿Sería, o será, legítima y posible esta mimesis? El artículo recoge algunas actitudes que a lo largo de la historia se han dado en la civilización magrebí, a menudo nada conocidas, y que pueden ilustrar la comprensión de algunos de los rasgos específicos de la respuesta magrebí a la contemporaneidad europea y la erosión que en ocasiones ha sufrido la identidad "religión y política".
