Este artículo defiende dos tesis. La primera es que las opciones de política económica tienen consecuencias muy distintas cuando varían los contextos institucionales. En España, la estructura sindical, los bajos niveles de capital fijo, una cualificación reducida de la población activa y un Estado de bienestar limitado originaron un fuerte activismo fiscal que, combinado con la ausencia de una política de rentas, condujo a una estricta política monetaria: el resultado paradójico fue un paro elevado con una menor desigualdad económica. La segunda tesis es que los apoyos electorales limitan la capacidad de un gobierno para reformar las políticas de bienestar y empleo. Las políticas de protección social pasiva pueden ser cruciales para la supervivencia de un gobierno socialdemócrata, apoyado por los sectores de ingresos más bajos, y lo serán más cuando los niveles de desempleo sean altos. En España, tales políticas atenuaron el deterioro electoral del gobierno socialista entre los desempleados, aún a costa de sus políticas de oferta y de desempleo.