Este artículo analiza los efectos de la precariedad laboral asociada al segmento flexible del mercado de trabajo español sobre la intención de voto al final de la última legislatura socialista. Para ello, se defiende un modelo de votante que interpreta sus experiencias económicas a través de prismas ideológicos y que, por tanto, no responde electoralmente a sus condiciones económicas al margen de dichos prismas. Este modelo de votante, que plantea la existencia de interacción entre los condicionantes económicos y los condicionantes ideológicos del voto, se discute en contraposición a los modelos de votante económico aditivos, que asumen que los condicionantes económicos tienen un impacto sobre el voto directo e independiente de la ideología de los electores. Ambos modelos se contrastan empíricamente a través de la explotación estadística de la encuesta de Cultura Política, realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas en abril de 1995 a una muestra de casi 4.000 entrevistados. El análisis de estos datos da sustento empírico al modelo interacción y sugiere que la precariedad laboral pudo favorecer la aparición de dos tipos de castigo: (1) castigo al PSOE, entonces en el gobierno, tanto por la izquierda (votando a IU), como por la derecha (votando al PP), entre electores ideológicamente cercanos a este partido; y (2) castigo a todos los partidos, vía abstención crítica, entre electores ideológicamente extremistas.