Los recientes acontecimientos de Nueva York y Washington han tenido múltiples consecuencias en la política y en la economía mundiales. Una de estas consecuencias, poco visible para la opinión pública, ha sido la de avivar el debate sobre la estabilidad presupuesaria en los países occidentales. En el presente artículo se analiza cómo las perspectivas de la economía mundial afectan a este debate y la posición de nuestro Gobierno para seguir manteniendo, a la luz del proyecto de presupuestos generales para 2002 que ha presentado a las Cortes, sobre la estabilidad presupuestaria. Todo ello en un momento en que prosigue sin novedad la tramitación parlamentaria de la Ley de Estabilidad Presupuestaria, que afectará tanto al Estado como a las Comunidades Autónomas y Corporaciones Locales y que, como es bien sabido, persigue elevar a rango normativo el déficit cero para las Administraciones Públicas.