La panorámica que del catastro español ofrece el autor parte de la constatación de los avatares que históricamente ha experimentado la institución, para a continuación referirse a cómo la organización catastral ha respondido en los últimos lustros a la intensa evolución experimentada por el tributo territorial.
El proceso de decantación por el legislador de lo que se considera del exclusivo interés municipal ha dado lugar a la completa integración de la gestión tributaria en la órbita local, lo que ha venido a coincidir en el tiempo con la asunción por el Catastro de nuevas responsabilidades que le imponía la propia Ley Reguladora de las Haciendas Locales o diversas políticas sectoriales, principalmente de fomento de la actividad productiva o de carácter social.
En este sentido, el Catastro se orienta hacia el futuro a tavés de la senda trazada por la vocación multifinalista de la institución, y se ha propuesto, mediante la ejecución de su Plan de Calidad, del Programa de renovación del Catastro Rústico y del Proyecto Ensenada, junto con la intensificación de los procesos de colaboración municipal, modernizar su gestión y acoger los nuevos requerimientos de la Sociedad de la Información para mejorar la satisfacción de la Administración y de los ciudadanos usuarios de sus servicios.