Juan A. Fernández
La tecnología se ha convertido en un elemento irrenunciable dentro de las empresas. Sin embargo, no hay que olvidar que ésta es tan sólo una herramienta de desarrollo en la que apoyarse para conseguir el objetivo fundamental: potenciar el talento y la evolución de los profesionales, el único valor competitivo y diferenciador de nuestras compañías en el mercado.
Las empresas sólo pueden diferenciarse de sus competidores mediante el talento y la formación de sus profesionales. El desarrollo del potencial humano que forman las empresas es el valor con el que se debe competir en un mercado globalizado en el que los costes externos son mucho menores. Las tecnologías son un apoyo fundamental para maximizar el desarrollo del talento y minimizar las tareas que roban mucho tiempo a los profesionales. Sin embargo, el autor del texto destaca que en las organizaciones "hemos estado tan ciegos que hasta que no hemos visto como grandes corporaciones multinacionales han empezado a reducir sensiblemente el nivel de renovación ante la simple pregunta de "¿Qué me aporta?", no hemos empezado a hablar del retorno de la inversión y como obtenerlo".