La realidad local española se caracteriza por una proliferación de entidades locales de reducido tamaño diseminadas por todo el territorio nacional. Esta limitada dimensión ha conducido, inexorablemente, a la concentración de las tareas presupuestarias y contables en una sola persona que, por lo general, se ve obligada a distribuir su jornada laboral entre varios municipios y/o entidades menores. Si a esta circunstancia, se une la propia dinámica de la gestión diaria municipal, no resulta sencillo para los gestores locales estar al corriente de las últimas novedades legislativas que afectan a la normativa contable y presupuestaria, y ni mucho menos estar al tanto de las oportunidades que otras administraciones brindan a la iniciativa inversora local.