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Thomas A. Stewart
Bajo el liderazgo de Jack Welch, los ejecutivos de GE aplicaron su imaginación sin descanso a la tarea de hacer su trabajo más eficiente. Jeff Immelt sucedió a Welch como CEO en septiembre de 2001, justo a tiempo para presenciar el cambio en el mundo. Los escándalos corporativos y los ataques terroristas golpeaban la economía global. En este contexto fundamentalmente alterado, Immelt sabía que GE no podía simplemente aferrarse a su statu quo.Harvard Business Review entrega la primera mirada en profundidad de GE bajo la dirección de Immelt. En conversación con el editor Tom Stewart, Immelt rápidamente aclaró que él no está liderando una revolución; la productividad todavía es importante. Pero el nuevo foco está puesto en conseguir crecimiento orgánico de los ingresos, y el más alto posible. Inmelt ha establecido la ambiciosa meta de aumentar los ingresos provenientes de los negocios actuales de GE en dos a tres veces el crecimiento del PIB mundial. Alcanzar el objetivo dependerá de un profundo cambio cultural y, en palabras de Immelt, de ¿convertirlo en algo personal¿ para cada uno de sus ejecutivos. Él no tiene temor de mover las palancas que sean necesarias. Ha supervisado los cambios al afamado proceso de gestión de talentos de su empresa (ahora, los ejecutivos de más alto potencial son los que muestran ¿rasgos de liderazgo para el crecimiento¿); definió nuevos indicadores de desempeño; invirtió en nuevas destrezas de marketing y en recursos de I&D; y creó nuevos mecanismos para auspiciar ideas promisorias. Immelt espera resultados positivos de cada una de estas iniciativas, pero el retorno real proviene de combinarlas en un diseño de proceso que él llama ¿ejecutar para crecer¿. Cree que es vital el definir al crecimiento como un proceso, porque eso le permite a él intervenir en una tradicional fortaleza de la organización ¿su orientación hacia los procesos¿ y ponerla al servicio del nuevo objetivo. Mientras tanto, los inversionistas están reasegurados en la medida que el reciente crecimiento orgánico estelar de GE parece ser el confiable y repetible resultado de un proceso bien diseñado.
