En la era de la globalización, la inversión extranjera directa (IED) es un factor indispensable para el desarrollo de la economía. Es por ello que en los últimos años una de las políticas prioritarias de muchos gobiernos, incluso de América Latina, ha sido la de crear un ambiente más favorable a la inversión. Sin embargo, solo un número muy reducido de países latinoamericanos ha sido relativamente exitoso en atraer inversiones de calidad. Irlanda, en cambio, ha obtenido resultados impresionantes mediante la creación de un entorno atrayente para la IED. Los países de América Latina harían bien en emular la experiencia irlandesa, especialmente en lo que se refiere a establecer ventajas competitivas y promover con eficiencia al país como mercado para la IED.