Rosa María Soriano Miras , Manuel Herrera Gómez
La ciudadanía moderna ha entrado en crisis. Los motivos son complejos. Estamos ante problemas internos (de legitimación política y cultural, de regulación social, de recursos y costes) y externos (de impulso económico, problemas procedentes de las formaciones sociales intermedias, cambios demográficos, dificultades para gestionar grupos y estratos sociales ajenos al Estado) del sistema político. En estas páginas, nuestro objetivo es observar y poner de manifiesto que todos ellos se concentran en cuestiones referentes a la cultura, en concreto política, de una comunidad. El ambiente cultural de la ciudadanía ya no produce motivaciones, valores y normas que estén en sintonía con las instituciones del moderno Estado-nación democrático ¿Cuáles son las alternativas? ¿Es posible relanzar la ciudadanía como base de la democracia? ¿En qué sentido? ¿Cuáles son las condiciones y los posibles desarrollos? Tras revisar las visiones marxista y liberal de la ciudadanía, ofrecemos asta conclusión: se abre una fase histórica, o, en términos sociológicos, una semántica societaria, en la que la ciudadanía asume la forma de un complejo de derechos-deberes de las personas y de las formaciones asociativas que articula la vida cívica en "autonomías universales" capaces de integrar la generalidad de los fines con prácticas de autogestión. Éste es el desafío que la sociedad compleja se lanza a sí misma. Tal desafío se llama "ciudadanía societaria" o ciudadanía de las autonomías sociales en un Estado democrático postmoderno.