Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, las relaciones económicas internacionales recibieron un fuerte impulso que se tradujo en la creación de una serie de instituciones financieras y de desarrollo, nacidas con el propósito de enfocar la solución a los problemas de la economía mundial en un marco de cooperación entre los Estados. El aislamiento económico que provocó el régimen político instaurado en nuestro país impidió que España participara desde el principio en la creación de estos organismos, situación que se alargó hasta que comenzaron los primeros indicios de liberalización, con el Plan de Estabilización de 1959. La importancia que el proceso de participación creciente en la organización económica internacional ha tenido en la evolución de la economía española, hoy plenamente integrada en la Unión Europea, está fuera de toda duda, como se pone de manifiesto a lo largo del artículo.