Marcus Buckingham
Mucho se ha escrito sobre las cualidades que definen a un gran ejecutivo, pero la mayor parte de la literatura omite una pregunta fundamental: ¿Qué hacen realmente los grandes ejecutivos? Si bien existen incontables estilos de gestión, una cualidad subraya el comportamiento de todo gran ejecutivo. Por encima de todo, un ejecutivo excepcional llega a conocer y valora las peculiaridades y capacidades de sus empleados. Encuentra la forma de capitalizar las fortalezas de su personal y hace ajustes a su entorno para alcanzar sus metas más amplias.
Este enfoque podría parecer arduo. Pero aprovechar la singularidad de cada persona puede ahorrar tiempo. En lugar de alentar a los empleados a apegarse a descripciones de trabajo estrictas que puedan incluir tareas que no les gustan y que no hacen bien, un ejecutivo que desarrolla posiciones para su personal con base en sus aptitudes únicas será recompensado con conductas mucho más efi cientes y efi caces de las que obtendría de otro modo.
Este foco en los individuos también hace a los empleados más responsables ante la empresa. Como el personal es evaluado a partir de sus fortalezas y debilidades particulares, es desafi ado a asumir responsabilidad por sus capacidades y a perfeccionarlas.
Aprovechar la singularidad de una persona también desarrolla un sentido más fuerte de equipo. Al darse el trabajo de entender qué es lo que mueve a cada empleado, un gran ejecutivo muestra que ve a su gente por lo que es. Ello no sólo motiva a los individuos, sino que también estimula a todo el equipo. Finalmente, este enfoque remece las jerarquías existentes, lo que conduce a un pensamiento más creativo.
Para llevar una gran gestión de la teoría a la práctica, dice el autor, usted debe conocer tres cosas sobre una persona: sus fortalezas, los estímulos que activan esas fortalezas y su forma de aprender. Haciendo las preguntas correctas, usted descubrirá qué motiva a cada persona a alcanzar la excelencia.