Cuántos de nosotros no trabajamos arduamente y cumplimos todos nuestros compromisos diarios, pese a que nuestra satisfacción laboral disminuye y no estamos contentos con nuestra calidad de vida? Y nuestra respuesta común es: ¿Estoy demasiado ocupado para hacer algo al respecto¿. A menos que nos impacte una crisis profesional o personal, por desgracia pocos de nosotros tomamos distancia, examinamos nuestras acciones diarias y realizamos un cambio. En este artículo, los autores examinan las razones que explican esta brecha entre las cosas que más valoramos y las formas en las que realmente gastamos nuestro tiempo, dinero y atención. También sugieren un enfoque práctico para manejar esa brecha. El marco que proponen se basa en su estudio de los compromisos organizacionales, es decir, las inversiones, promesas y contratos realizados hoy y que vinculan el futuro rumbo de acción de la empresa. Ese tipo de compromisos pueden impedir que la organización responda de manera efi caz al cambio. Una lógica similar se da con los compromisos personales, es decir, las decisiones diarias que tomamos sobre cómo asignar nuestros preciados recursos. Tomadas por separado, estas decisiones son pequeñas, por lo que es fácil perderlas de vista. Y cuando ello ocurre, se puede desarrollar una brecha entre nuestros compromisos y nuestras convicciones. Los autores no juzgan el valor del contenido de esos compromisos personales. Han elaborado una herramienta neutral que le ayudará a inventariar exhaustivamente lo que más le importa a usted. Para ello tiene que enumerar sus propios valores más importantes y asignar a cada uno un porcentaje de su salario anual, las horas que le dedica a la semana, y la cantidad de energía que le dispensa. Al utilizar este ejercicio, debería ser capaz de identificar las grandes brechas: valores declarados que reciben poco o nada de sus recursos, o un solo valor que absorbe una cantidad desproporcionadamente alta de ellos. Y con eso será capaz de reajustar la asignación de su tiempo, dinero y energía.