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Peter Cappelli, Monika Hamori
Al comparar los altos ejecutivos de la lista Fortune 100 de los años 80 con aquellos en la lista de 2001, los autores cuantificaron una transformación que hasta ahora ha sido principalmente anecdótica. En las últimas dos décadas ha habido un cambio dramático en las carreras ejecutivas y en los ejecutivos mismos. Los ejecutivos actuales de las empresas del Fortune 100 son más jóvenes, hay más mujeres y menos han sido educados en instituciones de elite. También logran ascender con mayor rapidez. Toman menos empleos a lo largo de su trayectoria, y cada vez más se mueven de una empresa a otra a medida que sus carreras se despliegan. En su análisis de amplio alcance, los autores ofrecen varios hallazgos. Por ejemplo, está claro que trabajar en una empresa en crecimiento ofrece enormes ventajas. Las empresas que han sido grandes durante mucho tiempo siguen siendo las que proveen el mayor aprendizaje y desarrollo. También ofrecen largas avenidas de ascenso, de ahí la sabiduría popular de que estas ¿empresas academia¿ son un excelente lugar del cual uno proviene. Aunque en 2001 hay desproporcionadamente pocas mujeres en las fi las de la alta gerencia, aquellas que lo lograron llegaron más rápido y a más temprana edad que sus colegas masculinos. Tal vez las barreras profesionales que enfrentan sólo permitieron el paso de las mujeres más altamente calificadas, las que ascendieron con rapidez. En el futuro, un buen historial de resultados financieros tal vez se vuelva aún más crítico para ser contratado y avanzar en las grandes compañías. En consecuencia, podríamos presenciar cómo el tradicional flujo de talentos (desde las empresas academia a las compañías más pequeñas) se revierte. Puede tornarse cada vez más común que los ejecutivos desarrollen su historial de desempeño en empresas pequeñas para después buscar cargos en las grandes corporaciones.
