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David A. Nadler
Las empresas enfrentadas a nuevos requisitos de gobierno corporativo están esforzándose por afianzar sus informes financieros, revisar la estructura de sus consejos de administración y hacer lo que sea necesario para cumplir con la normativa. Pero hay un límite para cuánta buena gobernancia puede ser impuesta desde fuera. Los consejos de administración saben lo que deberían ser: instancias de desafío y cuestionamiento que agregan valor sin entrometerse, y que hacen a los CEO más eficaces sin hacerlos todopoderosos. Un consejo puede alcanzar esa meta sólo si funciona como equipo de alto desempeño, que sea competente, coordinado, colegiado y enfocado en un objetivo inequívoco. Tales entidades deben formarse siguiendo instrucciones precisas. Es lo que el autor llama la ¿construcción¿ del consejo de administración. Nadler ofrece una agenda y un conjunto de herramientas que los consejos pueden usar para definir y alcanzar sus objetivos. Es importante que los consejos realicen autoevaluaciones regulares y presten atención a sus resultados. Como primer paso, los miembros del consejo y el CEO deberían acordar cuál de los siguientes modelos de consejo se ajusta mejor a la empresa: pasivo, certificador, comprometido, interventor u operativo. Luego, deberían analizar qué tareas de la empresa son más importantes y asignarles tiempo y recursos suficientes. Después, el consejo debería hacer una lista de las fortalezas de cada miembro para asegurarse de que el grupo posee las habilidades necesarias para hacer su trabajo. Los consejeros deben ejercer una mayor influencia sobre la agenda de las reuniones y asegurarse de que reciben la información adecuada en el momento oportuno para cumplir con sus obligaciones. Por último, el consejo debe fomentar una cultura comprometida, caracterizada por la franqueza y una voluntad de desafiar. Un proceso ambicioso, concebido y respaldado tanto por sus miembros como por la cúpula ejecutiva, puede convertir un buen consejo de administración en uno excelente.
